miércoles, 7 de enero de 2009

Para Blanca <333

El sol asoma tímido por el horizonte cuando, con más de una hora de adelanto, me estoy desperezando en la cama con la colcha aún sobre mi delgado cuerpo. En realidad, podría estar en la acostada bastante rato más, pero me resulta imposible dormir, total, si me he pasado la noche en vela ya me da igual.
Me destapo y mientras restriego mis ojos con las manos me levanto lentamente, me dirijo al baño para tomar una ducha caliente que me relaje y me prepare para el duro día que me espera.

Camino por el pasillo con los ojos medio cerrados, completamente zombie por no haber dormido nada, pero al llegar a la cómoda que está al lado de la puerta del baño levanto mis párpados completamente, y no puedo evitar mirar esa foto nuestra que aún guardo con cariño, para tratar de recordarme que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Me desvisto despacio y me meto en la ducha; abro el grifo del agua caliente y dejo que me empape el pelo completamente. A los 20 minutos salgo del baño con un albornoz tapando mi cuerpo, me dirijo al dormitorio de nuevo.
Ya vestida, vuelvo al baño y seco con una toalla mi pelo castaño con lentitud para pasarme el secador y evitarme un resfriado al salir a la calle.

-Joder, cuatro grados bajo cero, voy a tener que ponerme el traje para esquiar debajo de la ropa – despotrico mientras salgo del baño de nuevo.

Al abrir de nuevo el armario, me doy cuenta de que aún hay en él alguna de tus sudaderas. Con añoranza pero decidida cojo una percha roja, de la cual cuelga la sudadera negra que llevabas el día que te conocí. Sonrío con tristeza al recordar como te marchaste, así, de repente, tan de improviso lo hiciste que aún queda ropa tuya en mi casa.
Con tu chaqueta en la mano me siento en el borde de la cama y me pongo a pensar.
La verdad, no es que me sienta sola desde que te marchaste, es que directamente no siento nada. Todos esos miedos que tenía han vuelto a aparecer desde que no estás, y estoy cansada de no tener a nadie a quien contarle como me siento. Tengo amigas y amigos, claro que sí, pero no es el mismo sentimiento, el mismo amor que siento por ellos, la misma confianza, como la que sentía por ti.
Las heridas permanecen en mi corazón; el dolor que siento cuando te recuerdo es tan fuerte que me impide respirar, y lo peor de todo es que, aunque ha pasado mucho tiempo, nada en mi interior se ha curado.
Llevabas esa sudadera la primera y la única vez que te he visto llorar en mi vida, y yo sequé tus lágrimas como si con eso pudiera disminuir tu dolor. Cuando gritabas de rabia, yo hacía callar las voces de tu cabeza. Estuve contigo todo este tiempo, y aunque todo eso ya ha pasado, no puedo olvidarte, aún estás conmigo, tu presencia no me abandona, tu te llevaste todo de mi vida, te llevaste cualquier indicio que recordara la horrorosa existencia que había llevado hasta ese momento.
Cuando te vi, tus ojos relucían como dos luceros en la oscuridad de mi vida.
Aún de vez en cuando sueño con tu imagen; sueño que estás a mi lado y me llevas contigo, dondequiera que estés.


Mientras pienso he terminado de vestirme y salgo de casa hacia el lugar donde me esperas, al lugar donde permanecerás siempre, sin que nadie haya podido evitarlo.
Aún no hay nadie, estupendo, mejor, así podré hablar contigo una última vez.
Me siento sobre el frío muro de piedra que linda con tu lápida y miro al cielo, buscando la ayuda que necesito para comenzar a hablar contigo.

-No te imaginas las veces que he intentado decirme a mí misma, de todas las maneras posibles que nunca vas a volver, pero que quieres que yo le haga; cuando abro la puerta de casa aún espero que estés en la cocina preparando la cena, espero que estés ahí para abrazarme cuando me siento sola, cuando me siento mal, y no sabes lo difícil que es darme cuenta de que es imposible. No te imaginas lo mucho que lamento que, las últimas palabras que te dije fueran, “enano, te has dejado ropa en casa ¿Qué hago con ella?”. Tú bien sabes lo difícil que fue mi vida hasta el momento en que te conocí, sabes que estuve sola mucho tiempo, hasta que apareciste y me salvaste la vida. Aún te siento conmigo, sé que tu presencia jamás me va a abandonar, eso es lo que me mantiene viva, el saber que ahora estás, de otra manera, pero estás, y después de todo, cuando todo se acabe, cuando la luz se apague completamente en mi vida, cuando no pueda volver atrás, estaré contigo, volveremos a estar juntos, y me reconforta el saber que, como tu me prometiste un día, por mucho tiempo que pase, de una manera u otra, vas a estar conmigo.

La gente comienza a llenar el lugar. Me levanto lentamente mientras pienso en ti, y en esa promesa que me hiciste, de la cual no me olvidaré hasta que me vuelva a encontrar contigo, cosa que espero que tarde mucho en ocurrir, pero hasta que ese momento llegue, yo viviré por los dos.

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