Y pensar que después de todo lo que pasé, después de todos esos golpes contra aquellas malditas puertas que ni a hostias se abrían, después de la desilusión, después de perder la esperanza, después de las lágrimas derramadas por la rabia, después del dolor, después de los destrozos que otras personas antes que tú dejaron dentro de mí, después de todo eso, llegaste tú, a curar todas mis heridas, a subsanar todo lo que habían destrozado, a secar todas esas lágrimas que mojaban mis mejillas rojas de rabia.
Ni te imaginas la fuerza, la pasión, el amor, la amistad y la gratitud que despertaste en mí cuando te acercaste y me cogiste del brazo. No puedes llegar ni siquiera a pensar en el cúmulo de pensamientos, de frases, de sentimientos.. de TODO, que despertaste en mí en aquel mísero momento. Seguramente para ti no significó nada, simplemente otra niña más que te agradece tu trabajo, sin embargo, para mí fue mucho más que todo eso, fue el subidón de adrenalina que provocaste dentro de mi ser, más grande que cualquier otra cosa que hubiera sentido antes, como un volcán que al explotar, escupe confeti de colores por todos lados. Simplemente me diste la ayuda para volver a creer en algo, para seguir aunque todo se caiga, me ayudaste a soñar una vez más, y eso es algo que, para mí, significa más que todo el amor y todos los besos del mundo.