jueves, 12 de febrero de 2009

12.02.09

Que quieres que yo le haga. Debe ser que me gusta sufrir, pero no puedo evitar mirar esa foto una y otra vez y maldecirme a mí misma por ser una estúpida.
La culpa no es suya, ni tuya, la culpa es mía por querer tantas cosas imposibles; y no tu cariño, si no tu presencia.
No lo sabes pero, con sólo imaginar que estas aquí una vez, ya puedo seguir adelante el resto del día, y es difícil darse cuenta de que, aunque lo has intentado, has tratado por todos los medios que eso no pasase, es imposible evitar lo que otros han decidido que debemos vivir. Y es injusto que gente que ni siquiera conoces te obligue ha hacer cosas que no quieres… Por que no quieres ¿no? Tal vez sí. Puede ser que, después de lo que ha pasado, después de todo el dolor, de los desplantes y la decepción... puede ser que después de todo eso necesites creer en algo, amarrarte a cualquier cosa, por pequeña que sea, que te haga pensar que algo tiene sentido, que todo lo vivido sirve de algo y que en esos momentos en los que parecía que todo se iba al traste, alguien que no conoces te cogió de la mano, te ayudó a levantar, secó tus lágrimas, abrazó tu destruido cuerpo e hizo que volvieras a pensar que, después de todo, algo puede salir bien.
Necesitas ese apoyo para seguir adelante, el apoyo de personas que jamás has visto pero que, de una forma u otra, te ayudan y hacen que saques fuerzas de donde siempre pensaste que no había; te hacen reír, y está claro que también te hacen llorar, y lo saben, sin embargo, eso es algo que no se puede evitar, y que simplemente creyendo un poco más, el tiempo borrará ese dolor que, indirectamente, te han causado.